miércoles, 26 de agosto de 2009

Mujer y poder en la literatura argentina

Emecé acaba de publicar el libro de Gwendolyn Díaz, MUJER Y PODER EN LA LITERATURA ARGENTINA, relatos, entrevistas y ensayos críticos. La autora nos visitó en 2008 en nuestro Seminario "¿Qué contamos las mujeres?" junto con la escritora Luisa Valenzuela quien comparte su vida y su obra con Gwendolyn y otras importantes autoras.

"El tema de la mujer y el poder es tan complejo y variado como fascinante, sobre todo en una sociedad como la argentina, donde se espera que las mujeres sean fuertes e inteligentes, sigan una carrera y al mismo tiempo sean femeninas, domésticas y maternales. Mi observación, tras años de investigación y reflexión, es que las escritoras argentinas se han destacado en reflejar los muchos rostros de las mujeres frente al poder porque han sido impulsadas por el deseo de entenderse a sí mismas y su lugar en la familia, el trabajo y la sociedad"
"Las escritoras reunidas en este libro dan pasos significativos hacia la redefinición de lo que significa ser una mujer dentro del contexto de la sociedad argentina de los últimos cincuenta años."

Un libro muy interesante, las quince autoras elegidas tienen mucho que contar...

lunes, 24 de agosto de 2009

Elogio de la conversación

ELOGIO DE LA CONVERSACIÓN

Y algunas reflexiones sobre este oficio olvidado en la vida moderna

Me vienen a la memoria las imágenes de una película de la cual no recuerdo el nombre: varias mujeres mayores se sentaban a bordar una colcha, que luego le regalarían a una jovencita para su casamiento. Cada una de esas mujeres iba contando su historia que al mismo tiempo aparecía representada en los dibujos de la colcha. Viniendo de una familia de modistas, el tema de la costura y el bordado están muy presentes en mi memoria. La escena es un sector de la cocina, muy grande, donde estaba instalada la máquina de coser, mi madre, y mis dos hermanas cosiendo; como yo soy la más chica, en aquella época mi trabajo era ir a comprar los hilos y escuchar las historias de la clientas que venían a probarse la ropa, de modo que para mí el contar estuvo siempre ligado a la costura, al bordado y a las mujeres. No lo descubrí entonces, sino hace muy poco.
Reconozco que llegó a interesarme la literatura por haber escuchado historias desde muy chica: historias que se contaban en la casa de campo de mis abuelos, las anécdotas de mi padre en la sobremesa y por supuesto el círculo de las mujeres que cosían y conversaban en mi casa.
Después de estos recuerdos, me pregunto si esta historia personal me da derecho a reflexionar sobre la necesidad de la conversación hoy en día en la familia, cuyos integrantes se ven poco, solo a la hora de la cena, en el mejor de los casos. Suponiendo que es así, la madre y el padre, ambos-- en el mejor de los casos-- preparan la comida y la sirven y se sientan a comer con sus hijos, quienes-- en el mejor de los casos-- han terminado de hacer los deberes o de chatear o de mirar la tele. ¿Qué sucede mientras se come? ¿Se conversa?, ¿el papá y la mamá les preguntan a sus hijos sobre la escuela, el club, los amigos etc.? ¿Cuentan una anécdota o alguna historia? ¿Traen algún recuerdo de sus propias infancias? ¿Continúan los hijos sentados a la mesa mientras terminan de comer o se llevan el plato frente al televisor? O, en el peor de los casos, la tele está en la cocina o comedor y todos comen sin errarle a la boca mientras miran la pantalla?

CONVERSAR, de VERSAR: TOMADO DEL LATÍN versari 1490: encontrarse habitualmente en un lugar, ocuparse de algo (primero: dar vueltas entorno).
Conversari, lat.:cum y versari, cum (con) versare (examinar, meditar).
1.Hablar unas personas con otras, 2 (ant).convivir. 3(ant.) tratar o tener amistad una persona con otra. (Diccionario de uso del español de María Moliner).

Si nos atenemos a la etimología, observamos que en el corazón de la palabra conviven desde muy antiguo las ideas de compañía, convivencia, amistad, pensamiento, examinar en el sentido de conocer. Insisto en la idea de compañía y convivencia porque también las nuevas tecnologías, que son “nuestra nueva naturaleza”, como dice el psicólogo Sergio Balardini, hablan de comunicación, sin embargo no podemos perder de vista la importancia de la palabra hablada.
Cuando discutimos con alguien, nos enojamos y dejamos de hablarnos, cuánto puede durarnos ese castigo? Y aunque nos dure dos días, ¿no es terrible no hablar y que no nos hablen?
Lo peor que se le puede hacer a alguien es no hablarle: esto es lo más grave que puede sucederle a una relación, no volver a hablar. Los seres humanos somos animales sociales con una necesidad constante de expresar nuestras emociones y experiencias; para eso necesitamos a alguien que nos escuche. Si nadie nos escucha, el resultado es un grito análogo al del cuadro de Eduard Munch que denota un terrible desconsuelo, sentimiento que no tendría si alguien escuchara. El segundo paso es que alguien comprenda nuestras emociones y experiencias. El hecho de sentarse a comer juntos y conversar es un acto de humanidad. Sin embargo, en los restaurantes el ruido es excesivo, el televisor está incorporado porque se supone que la gente le teme al silencio y por otra parte con ese ruido es imposible conversar y cuando nos invitan a una fiesta: cumpleaños, aniversarios de bodas, bautismo etc,¿se puede sostener una conversación con personas a las que generalmente vemos poco y queremos saber de ellas y nos encantaría contarles nuestras cosas?, pero la música se superpone y hay que divertirse... es más, tenemos la obligación de divertirnos y si no lo hacemos el DJ, al que seguramente le han pagado una fortuna para que ponga la música bajita, ¡por favor!, es capaz de amenazarnos con los infernales sonidos del averno tecnológico y nosotros que queríamos charlar con esa prima que vino de tan lejos y con la que jugábamos en la infancia....
Por otra parte, la entrada a la lectura y a la escritura puede darse a través de la conversación. Los recuerdos más fascinantes de mi infancia tienen que ver con las conversaciones de los adultos, hombres o mujeres: en aquellos tiempos las reuniones se hacían por género. Los hombres en el comedor, haciendo sobremesa y luego jugando a las cartas o a los dados, las mujeres en la cocina lavando los trastos o en el dormitorio admirando algún bordado o la confección de un vestido o narrando alguna historia de familia y aquella niña lejana que yo era, yendo de un lugar a otro, mirando, escuchando las risas de los hombres y los cuchicheos de las mujeres, entregándome a la fantasía, a completar como podía lo que no estaba muy claro, lo que no entendía, tratando de adivinar el significado de alguna palabra, lo que se insinuaba o los murmullos disimulados cuando se advertía mi presencia, pero al mismo tiempo vislumbrando que ese revuelo de palabras narradas y escuchadas era placentero y no tenían nada que ver con el mundo de los deberes, advertencias y obligaciones. Y ni hablar cuando, en invierno, las reuniones eran mixtas y se hacían en la cocina y la conversación se servía como el mate, de mano en mano y surgían los cuentos y yo empezaba a caer dormida en la falda de mi madre mientras las voces se iban alejando...
¿Será posible que en medio de nuestra moderna vida agitada podamos instalar ese momento de libertad que nos da la conversación?, ¿Será posible que alguien tome la palabra y pueda contar un pequeño relato personal, una anécdota a un grupo de personas o a una persona y, como tan brillantemente dijo en una nota la querida escritora Graciela Montes, sentirse dueño del tiempo por un rato?
Y volviendo a la mesa familiar, único momento en que están reunidos sus integrantes, en estos tiempos que corren, si conversamos y conversan, seguramente en ese intercambio de ideas, historias, experiencias, anécdotas, los niños desarrollarán un vocabulario más rico, aprenderán más palabras, sentirán el afecto de los adultos y si además, en este paraíso soñado, alguien les lee en voz alta, se les abrirá la puerta más hermosa que se pueda imaginar: ¡la de la lectura!


Elva Marinangeli
Profesora de Literatura y narradora de cuentos
http://www.elvamarinangeli.com.ar/

Feliz año 2015

Feliz año 2015
Picaflor en reposo